martes, 7 de enero de 2020

El Reino de Dios, Parte 1



Para el lector:


Para ser honesto, escribo este artículo, para aquellas personas que se interesan en saber sobre cuestiones de fe, pero no una fe ciega, sino una fe racional, basada en hechos y escritos que han llegado hasta nosotros con fidelidad. No discuto que algunas versiones de las sagradas escrituras contienen inconsistencias y tal vez manipulaciones puntuales con el propósito de validar doctrinas humanas, sin embargo, estos escritos contenidos en la Biblia muestran una extraordinaria consistencia, que revela a su Autor por tras de los hombres que los escribieron. Y esto en innúmeros aspectos, como la secuencia de la creación de las especies que se correlacionan a la perfección con los estudios hechos por los especialistas, a tal extremo que algunos escépticos se han rendido ante la evidencia de un diseño hecho por una inteligencia infinitamente superior, el Diseñador, que definió orden y estableció leyes, tanto en la creación del universo como en la aparición, existencia y perpetuación de las criaturas terrestres. Siempre hay aspectos que nuestras limitaciones aún no nos permiten dilucidar, allí la fe es necesaria, y surge como resultado de las evidencias que podemos fácilmente recopilar mediante la simple observación del mundo que nos rodea y de nosotros mismos. Negarse a admitir estas evidencias es ilógico, como por ejemplo en el complicado programa bio-genético escrito en base a 4 nucleótidos, llamado ADN, (el mundo actual se maravilla de los avances que se han conseguido en base a la programación en la lógica de Boole, que emplea apenas dos simples componentes, verdadero o falso, 0 o 1, o bien encendido o apagado, ¿cuánto más debiera maravillarse de aquella Mente Superior que escribió el ADN en complicadas moléculas de cuatro diferentes tipos para la generación de la vida de millones de especies animales, vegetales, y de seres unicelulares claramente diferenciados?) por lo cual, es imposible que haya surgido espontáneamente o por azar a través de millares de millones de años. El desorden solo genera más desorden y la nada, nada engendra. Sin embargo tal compleja molécula da origen a una nueva criatura con una perfección increíble. Y esto solo por mencionar un aspecto, habiendo muchísimos más que validan este argumento. De allí que, el Rey David tenía razón cuando escribió: “dice el necio en su corazón, no hay Dios” . Hay otro aspecto que el hombre inquisitivo y escéptico debe analizar con cuidado y con la mente abierta. Ello es que las sagradas escrituras contienen casi un tercio de predicciones o profecías. Algunas de ellas tan sorprendentes, que estadísticamente serían imposibles de que llegaran a cumplirse. Por ejemplo en Deuteronomio 28:62 se lee “Y quedaréis pocos en número, en lugar de haber sido como las estrellas del cielo en multitud, por cuanto no obedecisteis a la voz de Jehová tu Dios.” Esto referido a los Israelitas, un pueblo antiguo, tanto como los chinos o hindúes, sin embargo en la actualidad los israelitas son una ínfima parte de la población mundial a diferencia de los pueblos contemporáneos en su origen. Ignorar las profecías tildándolas de supercherías es un insulto a la inteligencia, hay muchos ejemplos de ellas que se cumplieron y son parte de la historia de la humanidad. El hombre sabio entenderá que aquel que ordenó que se escribieran, tiene perfecto dominio del pasado, del presente y del futuro. Todo ante Dios es como un libro abierto que puede escudriñar con perfecto dominio de lo que aconteció, de lo que está sucediendo y de aquello que se hará realidad en el futuro. Alguien entonces dirá, estamos predestinados, para qué esforzarnos en ser mejores o peores, si el resultado está decretado. Grande error. Nos ha sido dada la capacidad de ejercer el libre albedrío, la capacidad para tomar nuestras propias decisiones y por lo mismo, de ser agentes o responsables de nuestro propio futuro. Cierto, solo que Yehováh sabe cuáles decisiones tomaremos y cuál será el resultado de esas elecciones. El Rey David lo repitió dos veces en sus salmos: "dice el necio en su corazón, no hay Dios" (Salmos 14:1 y 53:1)



Mis bases formativas


Nací en el seno de una familia cristiana, de hecho la iglesia funcionaba en la casa de mis padres en Tirúa, a poco más de un kilómetro río arriba del poblado. Mi padre, era bautista, que se radicó en Tirúa, luego de trabajar algunos años como profesor rural en la localidad de Primer Agua. Conoció a mi madre, con quién se casó, en ese pequeño, y en ese entonces, aislado pueblito costero frente a la Isla Mocha en Chile..
Los bautistas, hacíamos gala de estudiosos de la biblia, sin embargo, a pesar de tal constante y a veces profundos estudios bíblicos, rara vez se profundizada, como en casi todas las iglesias protestantes, sobre uno de los temas centrales del maravilloso plan de Dios para los hombres, su especial criatura. me refiero al Reino de Dios, o Reino de los Cielos. A lo sumo se lo menciona tangencialmente, teniéndose una idea bastante equivocada sobre ese Reino, a pesar de que la Biblia y en especial el nuevo testamento, enseña con prístina claridad acerca de su territorio, su Rey, sus leyes y sus súbditos. Más tarde, fui un líder entre los jóvenes de mi iglesia y posteriormente también me incorporé como maestro de escuela dominical y hasta encargado de algunos grupos rurales o misiones de la iglesia en Villarrica. Más de alguna vez tuve la oportunidad de predicar desde el público a cristianos ansiosos de profundizar en su fe y en el conocimiento de las enseñanzas de Yeshua, bajo su nombre griego Jesús, el Cristo, es decir, El Ungido, El Mesías prometido. Sin embargo, solo hace algunos pocos años atrás he podido darme cuenta de cuán superficiales eran las enseñanzas que recibí o que impartí, como alumno, maestro o predicador en la Iglesia Bautista.

El plan de Yehováh 

La Biblia muestra con claridad, desde el Génesis al Apocalipsis, cuál es el propósito de su creación y de su especial criatura, el hombre, Como dice Isaías, Dios, desde el principio nos cuenta el final de la historia (Is. 46:10). La revelación de su propósito al crear el Universo y a nosotros sus criaturas hechas a su imagen y semejanza, se fue haciendo paulatinamente, Siempre, el amor de Dios se expresó orientando, dando leyes para que nosotros pudiésemos elegir, con pleno ejercicio del libre arbitrio que nos fue dado, una vida en perfecta armonía con nuestro Creador, y con nuestros prójimos y con nuestro ambiente,. hasta revelarse por completo con la venida del Mesías, El Cristo. Pero el hombre, desde la antigüedad se ha rebelado contra El Eterno, diciendo, “rompamos sus ligaduras, Y echemos de nosotros sus cuerdas” (Sal. 2:3) y el ejemplo de nuestros ancestros Adán y Eva, se ha repetido a rajatabla a lo largo de todas las generaciones, prestando oídos a la Serpiente Antigua y padre de mentira, Satanás, El Acusador, quién ha arrastrado a la humanidad por los caminos de perversidad y de desobediencia a Dios. Sin embargo, también siempre ha habido un pequeño remanente, escogido, por medio del cual Dios nos muestra con gran amor, que realizará al final sus propósitos, a pesar de la desobediencia generalizada, encomendando misiones específicas a esos pocos elegidos y fieles.

Ya en el Edén, vemos cual era su propósito inicial para el hombre, un vislumbre anticipado del propósito que el Creador quería para nosotros sus criaturas. En Génesis 1:28 ...fructificad y multiplicaos, llenad la tierra y sojuzgadla, y señoread… Pero ese propósito tenía una condición: obedecerle. De todo árbol del huerto el hombre podría comer, excepto de uno de ellos, el árbol de la ciencia del bien y del mal. (véase Gn. 2:17). Los beneficios de esa obediencia a su Creador eran realmente maravillosos. Los podemos inferir del contexto. 


El primer paraíso

1.- Vida eterna, es decir el hombre fue creado para estar eternamente en armonía y compañerismo con Yehováh(1), eso explica la presencia entre los árboles del Huerto de las Delicias del árbol de la vida y del hecho de que Él se paseaba y conversaba directamente con ellos antes de que el hombre le desobedeciera.

2.- Le fué encargado el gobierno de la Tierra (el territorio incluía toda la tierra),  y el cuidado de todas las especies del mar, de los cielos (aves) y de los animales de la tierra. Ese señorío no solo significa dominio, sino particularmente la responsabilidad de cuidado sobre esas especies.

3.- La comisión de gobernar estaba sujeta a la obediencia al mandato divino, es decir, siempre debería hacerse bajo la soberanía de Yehováh. simbolizada en el respeto a su palabra, ley o mandato.

4.- Multiplicarse y llenar la tierra.


Pero el hombre desechó esas maravillosas bendiciones divinas, al prestar oídos y obedecer a la Serpiente Antigua, Satanás, el mentiroso, quien astutamente le hace creer a Eva, que la sentencia dada por Dios en caso de comer del árbol prohibido, no sería ejecutada, sino que Dios les habría mentido y que además tendría beneficios adicionales: serían como Dios sabiendo el bien y el mal. (Léase Gn. 3:1-7). Con esta desobediencia, traspasaron la soberanía del gobierno de la Tierra a Satán y las consecuencias adicionales se cumplieron: fueron desterrados del Huerto (paraíso) creado especialmente por Dios para ellos, la armonía y compañerismo con Dios se rompió, ya nunca más tuvieron acceso al árbol de la vida y, efectivamente, la muerte vino a su tiempo sobre los hombres. Solo les quedó aquel mandato de multiplicarse y llenar la tierra, pero ahora bajo la sórdida influencia de Satán. Pues este mandato en particular implica la unión o matrimonio entre un hombre y una mujer llegando a ser “una sola carne”, Veremos más adelante cómo este mandato fue distorsionado a influencia del Maligno, con el propósito final de desvirtuar al Creador, proponiendo “corregir los errores” del Eterno Dios quien, por último, habría errado al definir el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer.

Luego vemos como Yehováh, el único Dios, que ha sido, que es y que será, comienza a mostrar a esta humanidad rebelde, el camino hacia una nueva relación armoniosa con el hombre, a fin de que aquellos que deciden voluntariamente por seguirle guardando sus ordenanzas, tengan esperanza  de una vida mejor y puedan entrar en su reposo, un nuevo paraíso, planeado bajo su gobierno y sus leyes. Sin embargo,la humanidad se corrompió, a tal extremo que no había quien hiciera el bien, pues sus pensamientos eran de continuo solamente el mal. Pero Noé, halló gracia ante los ojos de Yehováh (Gn. Cap. 6) y los hombres fueron raídos de la tierra a causa de su maldad, excepto Noé y su familia, y las especies necesarias para fundar una nueva tierra, después de la devastación del diluvio. Noé y sus descendientes tuvieron la oportunidad de establecerse en un mundo purificado por el diluvio, conociendo la extraordinaria salvación provista por Dios para ellos. Pero la naturaleza caída del hombre pronto se manifestó y luego se extendió y cada cual se apartó por su propio camino, haciendo caso omiso de las instrucciones Divinas.


El Segundo Paraíso, Canaán, la Tierra que fluye leche y miel.

Los súbditos.

Yehováh, que conoce profundamente el corazón de cada persona, vio en Abram alguien distinto a los hombres de su época, y lo llamó a salir de su tierra y de su parentela para ir a una tierra que Él le mostraría. (Gn. 12:1), tierra que le daría a Abram y a su descendencia a perpetuidad. Vemos aquí que Dios escogió a un hombre especial, que creyó en Él y le obedeció, y por medio de esa elección también escogería a su descendencia, en la persona de su hijo Isaac y su nieto Jacob y sus doce hijos, a un pueblo especial que se apartaría de la idolatría generalizada de su época, teniendo como único Dios a Yehováh el Eterno y Único Dios Creador, con un propósito especial, bendecir a todas las naciones, por medio de su simiente. Se reconoce que esta bendición para todas las naciones se tornaría plena en la persona del Mesías prometido, cuya tarea inicial (primera venida) sería para cumplir los objetivos señalados por medio de los profetas, centrados en brindar la expiación por el pecado. En Daniel Capítulo 9, verso 24, sobre dicha venida se lee: “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía(2), y ungir al Santo de los santos”(3); donde El Cordero de Dios, es decir, el Mesías Justo, que no cometió pecado, Yeshua, el Cristo, muere (es sacrificado como El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo) en lugar de los injustos, para que éstos pecadores, sean justificados y puedan mediante la fe en Él, tener acceso al final reposo preparado para ellos. (leer hasta el final del capítulo). Para una mayor comprensión de esta profecía y su cabal cumplimiento recomiendo leer el siguiente enlace: Las Setenta semanas. Dejaremos esto hasta aquí y lo retomaremos más adelante, ya que este sacrificio vicario es parte primordial para que los fieles y elegidos puedan entrar al final reposo preparado para ellos, es decir al tercer paraíso, o reino de Dios el cual permanecerá para siempre, es decir, nunca será destruido.


El territorio.

Abraham llegó a la tierra que le fue prometida a él y a su descendencia, y anduvo en ella como forastero, nómade, recorriendola a lo largo y a su ancho, al igual que su hijo Isaac, el hijo de la promesa, y de su nieto Jacob en quien a través de sus doce hijos se cumpliría el pacto de llegar a ser el especial tesoro de Yehováh, una nación escogida para ser un reino de sacerdotes del Altísimo y de gente santa, Ex.19:5,6. En su inicio, este pueblo especial se mudó a Egipto en los tiempos en que José, uno de los patriarcas, llegó a ser la mano derecha del Faraón y su administrador general. Sin embargo, después de la muerte de José, los israelitas fueron esclavizados y permanecieron en Egipto 430 años al fin de los cuales Yehováh los libró de esa esclavitud, con mano poderosa, para reintroducirlos a la tierra prometida que, según el pacto hecho con Abraham, abarcaba un territorio que comprendía desde el río de Egipto, hasta el Eufrates.Gn.15:18. Territorio que el antiguo Reino de Israel nunca logró ocupar o dominar en su totalidad, por lo que se entiende que se cumplirá en el futuro, bajo el Reino de Dios.

El propio Yehováh, toma la iniciativa y escoge a Moisés para acometer la complicada tarea de salir de Egipto y llegar a la tierra donde se establecerían. Leemos en Éxodo 3:8 “y he descendido (Yehováh) para librarlos de la mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel…” Este territorio estaba ocupado por tribus cananeas, heteas, jebuseas y otras, que practicaban el paganismo y cuya conducta inmoral y violenta había colmado la paciencia del Dios Creador, por lo cual deberían recibir su justo castigo, esto es ser destruidas o desplazadas del territorio que ocupaban Éx. 23:31 y Dt. 9:3 (Véase también Gn. 15:16). Vemos aquí que el territorio de este reino es limitado y no global, planificado para albergar a un pueblo escogido por Dios con una misión especial: ser de bendición a todas las naciones.

Las leyes.

Todo reino debe tener también su constitución o carta magna y sus leyes derivadas y también el documento de identidad nacional. Este último los llevan los israelitas a perpetuidad y es grabado en su propia carne. El carnet de identidad no es otro que la circuncisión de todo varón y representa la señal del pacto que Dios estableció con la descendencia de Abraham, (léase Gn. 17). La carta magna del reino: Los diez mandamientos y las demás leyes: las ceremoniales y las reguladoras de la conducta de sus ciudadanos, incluídos también sus días feriados (Shabat) y fiestas santas, estas últimas, como bien las definió el Apóstol Pablo, eran y son sombras (o representaciones) de cosas buenas que deben acontecer en el futuro Col. 2:16,17. algunas de las cuales ya acontecieron, como ser la pascua, la fiesta de los primeros frutos y la de los panes sin levadura .

El Rey.

Dejé este tema para el final de esta parte, por cuanto Yehováh es desde la eternidad y hasta la eternidad el único real Soberano de toda su creación. Y se espera también que lo sea de su pueblo escogido. Sin embargo vemos que Él les designa un líder, profeta y libertador: Moisés y a su muerte le sucede Josué hijo de Nun. Y después de él, Israel es regida por Jueces que se levantaban para dirigir a la nación cada vez que se presentaban tiempos difíciles.

Las instrucciones dadas al pueblo por Yehováh por medio de Moisés eran que, cuando entrarán en la tierra prometida, Dios les levantaría profeta, y este profeta les declararía las palabras e instrucciones que Yehováh le indicaría. Y a ese profeta deberán oír. Ver Deuteronómio Cap. 18. En especial los versos 9, 15 y 18. Hay quienes defienden que esto se refiere al Mesías, como el mayor y más excelso profeta a quien se debe oír y obedecer. Pero, aún cuando esto es verdad, la labor del profeta en el reino de Israel, dividido después de Salomón en dos reinos  fue sin lugar a dudas, la forma en que Dios se revelaba a su pueblo para instruirlo y corregirlo, para que pudieran llegar a ser la nación santa de sacerdotes del Eterno, reconociéndole como su Rey soberano. Sin embargo. El pueblo pidió al profeta Samuel, que se les constituyera un rey para "ser como las demás naciones" para que les gobernara y peleara sus guerras. Leer el capítulo 8 de 1ra. de Samuel, poned atención sobre los versículos 5 al 7 y el 20. Podemos ver como Israel desechó la soberanía de Yehováh prefiriendo un rey de entre sus hermanos, es  decir una monarquía, en vez de un gobierno teocrático.



Así entonces, Tanto el reino del Norte, Israel (compuesto por las 10 tribus, excepto Judá y Benjamín), cuya capital era Samaria; como el Reino del Sur, es decir, Judá, cuya capital era Jerusalén, desecharon la soberanía de Dios, el Rey de Reyes y escasamente oían a los profetas que Él les levantaba. Tan grave era la desobediencia a Dios y de persecución y violencia en contra de los profetas de Yehováh, que el propio Señor Jesús, el unigénito Hijo del Dios Altísimo, el Mesías Príncipe,y Salvador nuestro, a quién le será entregado el Reino de Dios, se refirió a esta situación en el evangelio de Mateo capítulo 23 desde el verso 25 hasta el final. Destaco el verso 37 que dice “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados!...” y luego predice la destrucción del Templo, símbolo que nucleaba al pueblo judío (verso 38 y leer también el cap. 24 ,recuerden que el Reino de Judá estaba bajo la ocupación romana) y el Reino del Norte había desaparecido muchos siglos antes. Y la sentencia del Mesías que vendría sobre aquella generación malvada se cumplió al pié de la letra cómo dijo en el versículo 34 del cap. 24, que “no pasará esta generación, hasta que todo esto acontezca”, y efectivamente, alrededor de 40 años después de la muerte de Cristo en la Cruz y su resurrección al tercer día, los romanos bajo el mando de Tito, quien más tarde se erigiría como emperador del imperio, destruyeron Jerusalén y el Templo bajo un prolongado sitio, ocasionando gran mortandad de los judíos por el hambre y la espada (4). Tres años más tarde en el año 73 D.C. caería también Masada sellando con ello el fin del antiguo Reino de Judá y originado la dispersión del pueblo judío entre todas las naciones.

La tierra que fluye leche y miel



Quiero destacar aquí, hechos sorprendentes que debieran llamarnos la atención, de cómo la Diestra del Eterno hace cumplir sus designios, haciendo diferencia, entre sus elegidos y aquellos incrédulos o paganos que no le reconocen. La Biblia a menudo señala que luego que Yehováh permitiera el destierro de su pueblo escogido, debido a sus muchas abominaciones, la tierra de canaán se volvería arisca, espinos y cardos crecerían allí y sería covil de las fieras del desierto. MarkTwain, (seudónimo del periodista y escritor estadounidense Samuel Clemens), hizo un viaje a la Tierra Santa en un crucero de lujo con cristianos estadounidenses, pagado por un periódico californiano. El escribió sus impresiones en uno de sus famosos escritos, el libro “Innocents Abroad” (Guía para viajeros inocentes). Aparte de que Él se burla de los peregrinos compañeros de viaje, que soñaban toda una vida con conocer algún día el mar de Galilea o visitar lugares famosos donde acontecieron importantes hechos narrados en las escrituras, narra también lo que ve en dicha tierra, que era todo, menos una tierra que fluía leche y miel. Tierra casi deshabitada, escasos y minúsculos pedazos de tierra cultivada, y en los proximidades de Jerusalén, sólo vio una tierra desnuda y rocosa que hacían que ver ese paisaje repulsivo y deprimente era “fatigoso a la vista”. Su conclusión, fue que Palestina “está sentada en sacos y cenizas” y sugirió que los israelitas vieron la tierra prometida como una buena tierra, solo por su ”cansada marcha a través del desierto”. Así como Twain, hubo un rabino famoso que hizo el mismo viaje. Se trata de Nahmánides o Ramban quien 700 años antes contempló el mismo paisaje que vio Twain, pero su interpretación se ajusta más a lo expresado en la Biblia, en el sentido que la tierra se vuelve desolada y se resiste al cultivo aunque todos tratan de colonizarla, esperando la redención de su pueblo y su regreso, los Judíos. (Analizaremos esto más adelante con más detalle, cuando veamos la redención final). Ver como esto coincide con lo dicho por el profeta Isaías cap. 35.


Por contraste, luego de que se cumplieran las profecías sobre el regreso de los israelitas (principalmente de los judíos) a su tierra prometida (Ezequiel cap. 37 :1-14, Isaías 66:8, entre otras), el 14 de mayo de 1948 proclamó su independencia, un día antes del término del mandato Británico sobre palestina. Literalmente se cumplió la profecía de que Yehováh hace nacer en un día una nación (Isaías 66:8), al día siguiente, inconformados los árabes, que se negaron a aceptar la propuesta de la ONU de establecer dos estados uno Judío y otro Palestino, la naciente nación de Israel enfrenta la guerra de los países árabes vecinos Egipto, Jordania, Líbano, Siria e Iraq. Guerra que esta naciente nación con un ejército de voluntarios y con recursos militares improvisados, ganó a sus poderosos enemigos, que tenían ejércitos regulares bien pertrechados, conquistando además el 75% del territorio que había sido asignado a los árabes palestinos.


De allí a la fecha, vemos hoy al Estado de Israel florecer económicamente, literalmente ha convertido el desierto en fértiles campos de cultivo. “ aguas han sido cavadas en el desierto y torrentes en la soledad, el lugar seco se convirtió en estanque, y el sequedal en manaderos de aguas”, cumpliéndose a risca lo dicho por Yehováh por medio de Isaías. Hoy Israel es, prácticamente, autosuficiente en productos agrícolas y más aún exporta gran parte de su producción de frutas y hortalizas principalmente a Europa. Israel es líder mundial en producción de leche. Las vacas lecheras de Israel son las que en promedio dan la más alta producción de leche comparadas con las vacas de Estados Unidos, Australia y Europa. La miel, que en tiempos del antiguo testamento se asociaba también a la miel de dátiles, hoy en día el estado de Israel exporta cerca de 12.000 toneladas de dátiles provenientes de las decenas de miles de palmas datileras que han plantado en el desierto. Literalmente el desierto ha florecido, no solo por los cultivos de frutas y hortalizas sino también por hermosas flores. “... florecerá y echará renuevos Israel, y la faz del mundo llenará de fruto”. Isaías 27:6, No sólo en cultivos, sino que también en conocimiento, y nuevas tecnologías. Sería largo mencionar los avances que la humanidad le debe a este pequeño pueblo escogido, por mencionar un sólo hecho, los judíos son apenas alrededor 2% de la población mundial, sin embargo, el 22% de los premios nobel son de origen judío.

El legado espiritual

Del paganismo que campeaba entre las sociedades primitivas, donde eran adorados desde los astros hasta las obras de los humanos sean en piedra o madera, debemos a Abraham y al pueblo de Israel, la reintroducción o el rescate del monoteísmo, presentando a Yehováh, el Único Dios Creador, que era, que es y que será, (Eso es lo que significa el nombre Yehováh en el antiguo Hebreo), es decir el Existente o el Eterno, el gran Yo Soy, como el único ser que debe ser adorado, obedecido y exaltado. Sus leyes son sencillas, pero de gran profundidad e impacto en la sociedad humana si son respetadas, Tales leyes pueden ser resumidas en los 10 mandamientos. Imaginemos que las sociedades humanas respetáramos al menos uno solo de esos mandamientos: No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.”, no existirían delincuentes, ladrones, asesinos, adúlteros, fornicarios. Imaginen cuánto mejores serían nuestras sociedades si “amaramos a nuestros prójimos como a nosotros mismos”! Ver también Rom. 13:9.

Al pueblo de Israel se le prometió un Mesías que vendría de la descendencia del rey David, Su venida inicial tenía claros propósitos, como los mencionados más arriba cuando cité el Capítulo 9 de Daniel, también pueden ver tales propósitos clarificados y ampliados en el capitulo 53 de Isaías. En palabras del propio Señor Jesús, también esa venida era para predicar acerca del REINO DE DIOS o REINO DE LOS CIELOS. ambas expresiones significan lo mismo, esto es un gobierno en la tierra donde el Rey y Soberano será El que descendió del Cielo, Es decir El Mesías, Yeshua el Cristo. Su venida como el Siervo sufriente, dejó un legado que es reconocido en toda la humanidad, Sus enseñanzas, muestran una ética que no tiene parangón alguno aún con los más prominentes líderes y sabios que han existido en la historia humana. El era idéntico al mensaje que entregaba, El Sermón del Monte es un ejemplo sublime de los valores que Yeshua espera que sean internalizados, vividos y practicados por sus seguidores. Y si quieren vislumbrar la parte final de este artículo, lean con atención el Sermón del Monte, y especialmente las parábolas por el dichas en los capítulos 13; 19 y 25 de Mateo, verán que su centro es “el Reino de Los Cielos, o Reino de Dios”.

La entrada de la descendencia de Abraham a Canaán, tenía un objetivo, lo vuelvo a repetir, Bendecir a todas las naciones. Y eso fue cumplido porque a través de los hebreos, Dios envió a su unigénito Hijo. que sería llamado también Admirable, Dios Fuerte, Padre Eterno, Principe de Paz . Es en extremo interesante que se le den prácticamente los mismos calificativos o nombres que el propio Yehováh, lo cual es corroborado por el propio Mesías cuando se califica a sí mismo como “Yo Soy” esa expresión por la cual los Fariseos y sacerdotes judíos querían matarlo, por considerarlo una blasfemia. Él lo clarifica más aún cuando dice a sus discípulos “Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.” Juan 14:7.

Concluyo esta parte que, tanto el primer paraíso como de este, el segundo, que muestra la historia de Israel, son visiones previas del plan Final de Dios para la humanidad.

(1) El correcto nombre del Eterno Dios, que intencionalmente ha estado siendo ocultado por siglos al omitir de los textos de la Torá las vocales del Tetragrammaton. Es Yehováh. Lo escribo de con "Y" y no con la "J", como aparece en la biblia Reina Valera. Véase los estudios hechos por el experto lingüista Nehemia Gordon, en su libro:
Shattering the Conspiracy of Silence.

(2) Los videntes o profetas, tenían una misión especial, revelar los oráculos de Dios, lo que en el fondo significa, revelar al Eterno y sus planes para su creación, y en particular para la humanidad. Por lo cual, el sello de la profecía es el propio Mesías, mediante el cual Yehováh es revelado a los hombres. Juan 1:18.

(3) Por Santo de los Santos, podría referirse al propio Mesías Príncipe, sin embargo, también el término se refiere al propiciatorio, aquel lugar del arca de la alianza (la cubierta, en medio de los querubines) donde era esparcida la sangre de los sacrificios por la expiación de los pecados de los sacerdotes y del pueblo. Véase Lv. 16:14,15. Nótese que esa sangre era esparcida sobre el lado oriental del propiciatorio. Quedando por tanto el lado occidental libre.Ningún sabio de los judíos entendía la razón de esto. Hace algunos años, Ron Wyatt, un anestesista  estadounidense,  que se apasionó por la arqueología bíblica,  dió testimonio  fehaciente de haber descubierto donde se encuentra oculta el arca del pacto, esto es justo debajo del lugar (fuera del campamento) donde Yeshua el Mesías fue crucificado, en una caverna donde fue ocultada por el profeta Jeremías como relata el libro de 2da de Macabeos cap. 2. Es mas, Wyatt  comprobó que a través de la grieta que se abrió entre las rocas por el terremoto  ocurrido en el momento de la crucifixión, la sangre derramada por Cristo en la cruz descendió hasta el arca del pacto  y roció el lado occidental del propiciatorio. Recomiendo ver los vídeos de Ron Wyatt sobre el tema. Esto muestra el cabal cumplimiento de ungir el Santo de los Santos por la sangre del Mesías.




(4) Dice Flavio Josefo en su libro Las Guerras de los Judios: "...porque el hambre mataba y estragaba más gente que los enemigos; no hay cosa que tanto dañe al hombre, ni lo eche a perder, como la vergüenza, porque lo que es digno de reverencia, en tiempos de hambre se menosprecia; de esta manera quitaban lo que comían, de la boca, las mujeres a los maridos, los hijos a los padres, y lo que peor y más miserable parecía, era ver las madres quitar de la boca de sus hijuelos la comida, y muriéndose de hambre los hijos entre sus brazos, no por eso lo dejaban de hacer, ni de tomarles la sangre con que habían de vivir, pues no faltaba luego quien sabía los que comían tales cosas y se las hurtaban; porque si veían cerrada alguna casa, luego con este indicio pensaban que comían los que estaban dentro, y rompiendo en la misma hora las puertas, se entraban y casi les sacaban los bocados medio mascados de la boca, ahogándolos por ellos." Libro Idem pág.280

Y también, "... fue hallado uno que sacaba oro de su cuerpo...Descubierto esto por uno, levantóse un ruido y fama de ello por todo el campo, diciendo que los que huían venían llenos de oro: sabido por los árabes y sirios que había, amenazábanles que les habían de abrir los vientres; no pienso, de cierto, que tuvieron matanza más cruel los judíos entre todas cuantas padecieron, como ésta; porque en una noche abrieron las entrañas a dos mil hombres." Idem, pág. 289