Generar contenidos a partir de cosas triviales no es cosa fácil, sin
embargo no es eso lo que pretendo en estas líneas, sino más bien exponer
vivencias, acontecimientos aparentemente intrascendentes pero que tienen
algunos matices que los hacen parecer y quizás ser interesantes.
Me gusta criar animales, siempre he dicho que si tuviera dinero, me
compraría un campo para criar vacas, ello porque bajo mi camisa hay una piel
curtida al sol en las largas jornadas vividas y trabajadas en el campo que
fuera de mis padres, en mi juventud de tiruano.
En la ciudad, dichos gustos no
se pueden realizar por lo reducido de las ratoneras donde los humanos
acostumbramos a vivir, por lo que, un par de perros y algunas gallinas ya es un
lujo. Por ello, ese par de perros cocker y aquellos polluelos me regalan
alegrías más que molestias. Sin embargo, una noche mi improvisado gallinero
tuvo una visita inesperada, un gambá o zarigüeya quiso cenar con mis gallinas.
Cuando el bicho dio la primera dentellada en la cola del gallo, el barullo que
éste hizo me hizo saltar de la cama y dar un fuerte golpe de puño a las tablas
de la pared que divide el gallinero del lugar donde duermo, además de varios
gritos para ahuyentar la raposa. Dicho y hecho, el gambá salió huyendo con unas
cuantas plumas en el hocico arrancadas del rabo del gallo. La sisi por su parte “apretó
cachete” (1) con sus pollitos huyendo despavoridos
del lugar. Por desgracia, los perros, que en ese entonces eran tres, en vez de
cazar la hábil ladronzuela las emprendieron con los polluelos, dos de ellos
murieron en sus fauces esa noche, el resto también acabó muriendo a manos de
una perra media “viralata” que tenía, con excepción de dos que se salvaron, un
par de bellos ejemplares garnizê, el macho, un
gallito amarillo con cresta baja (rosa) y aretes dorados el cual cambié
por un gallo, algo mas viejo para evitar el intercambio de los mismos genes. La hembra una polluela negra igual
a la sisi, pero con dos aretes blancos
bajo sus oídos, Hoy, ya tiene como seis meses y acabó de poner su primer huevo,
tan pequeño que parece de paloma. A todo, esto mudé el sitio del gallinero y puse
a dormir mi hacienda debajo de una “Caixa de agua”(2),sin embargo el nido
siguió ubicado en el antiguo lugar.
Descansando bajo la construcción |
Pero esta historia no acaba allí, el gallo original murió
atropellado por un vehículo en la calle frente al sitio, pero su herencia quedó
latente en los huevos fecundados en la sisi, quien comenzó a poner nuevamente,
esta vez, no me comí ninguno de sus huevos, los dejé allí en el nido hasta que
la sisi vió que tenía suficientes y
encluecó cuando tenía trece de ellos. El período para empollar es de 21 días,
para colmo, el gambá que ya conocía el
sitio donde estaba el antiguo gallinero, vino de nuevo, para ver si esta vez
tenía más suerte, y acabar cenando gallina al natural. Ocurrió exactamente lo
de la vez anterior, al barrullo de terror de la sisi, fuerte golpe de puño en
la pared, el gambá que sale aprisa con el hocico lleno de plumas arrancadas del
pescuezo de la sisi, y esta que abandona sus huevos y huye hasta el otro
extremo del sito. Me levante en calzoncillos y descalso, como esa noche había luna,
pude ver al gambá salir sin prisas del
sitio equilibrándose por el borde superior del muro. Quise arrojarle un
ladrillo, pero del otro lado estaba la ventana de mis vecinos, por lo que dejé irse
al bicho sin apremio alguno. Los perros por su parte dormían en el otro extremo
del terreno. Me vestí y comencé a buscar a la sisi para volverla a su nido pues
el frío podía malograr la nidada. La hallé en la esquina opuesta, pero con el susto,
la pobre también huía de mí. Por ello
retiré el nido y lo puse en una caja de cartón dentro de la mediagua donde vivo,
cuidando de poner sobre ellos un par de camisas que calenté en el horno, repetí
esta acción un par de veces hasta que conseguí atrapar a la sisi y ponerla
luego sobre sus huevos para que completara la última semana que le faltaban. Así que acabé durmiendo junto a la sisi hasta que los pollitos
rompieron el cascarón y más una semana después a causa del mal tiempo.
Del gambá no supe mas, salvo que dos días después de esa visita,
apreció muerto por los perros de la
calle un hermoso ejemplar macho, supongo que fue el mismo que quería cenar
gallina escabechada.
En mi largo peregrinar, me he topado con varios casos que para un
citadino sería motivo de espanto, pero,
yo me considero campesino pese a que he pasado la mayor parte de mi vida en la
ciudad. En una oportunidad, cuando era microempresario de la madera, me pasaron
una bodega para pernoctar unos días mientras aserrábamos unas trozas de pino
insigne. Puse mi cama a ras de piso en medio de una hilera de sacos de papas a
la derecha y de otra de trigo a la izquierda. La primera noche no hubo gran
problema, sentía algunos ruidos pero lejos de donde estaba durmiendo. Pero los
días siguientes los ruidos de ratones comenzaron a acercarse, los bichos se
estaban acostumbrando a mi presencia. Ya por el tercer o cuarto día, eran tan desvergonzados que
pasaban algunas veces a las carreras por encima de mi cama, tenía que
apartarlos a patadas. Tuve que arrendar una casa en la ciudad a unos cuantos
kilómetros del lugar de la faena para librarme de los guarenes. Por estos días
en que la sisi estaba pernoctando dentro de casa con su nube de polluelos (sacó
los trece huevos con los cuales se echó, pero lo curioso es que cuando conté
los pollitos comprobé que eran trece pero había un huevo huero adicional en el
nido, la pilluela puso uno más después que encluecó), me percaté de ciertos
ruidos que no eran de la sisi, Un ratón pensé, pues la bolsa con comida de los
perros estaba con hoyos, pero no encontraba heces de roedores. Pasaron algunos
días cuando de repente, entré de improviso a la mediagua y vi correr un ratón del tamaño de un guarén “chilensis”, que fue
a esconderse bajo mi cama. Me llamó la atención que
dicho ratón llevaba al correr su cola levantada, pensé, estos ratones
brasileños son distintos de sus parientes chilenos. Desarmé la cama para matar
el intruso y se me desapareció, por lo que fui de inmediato a comprar veneno, y
comencé a alimentarlo con raticida, se comió los 5 paquetes que compré, y como
no lo sentí mas, supuse que estaría moribundo. Una noche, me despertaron los
ruidos de pequeños objetos que caían. ¿Será el gambá que quiere acabar con mi
gallinero? Me levanté para encender la
luz y justo, allí mismo, al lado del interruptor que acababa de pulsar,
estaba el ratón mirándome paralizado equilibrándose en el travesaño donde las
tablas del exterior fueron clavadas. Tomé una tuerca grande que había caído al
piso y se la tiré al bicho que cayó al
suelo moribundo por el golpe. Para mi sorpresa, el bicho no era un ratón, era
un cachorro de Gambá que estaba viviendo a
mis expensas. Si me hubiese dado a cuenta antes no le habría dado veneno,
habría intentado atraparlo para devolverlo al medio ambiente. Por suerte el
bicho no mató ninguno de mis polluelos, pero me apena haberlo confundido con un
ratón, de allí la explicación del su cola levantada (tienen una cola prensil
parecida a la de los monos, esto es, el último tercio vuelto hacia abajo
formando una especie de hoz [*])
Me enternece como la sisi cuida su prole,
me recuerda algunas madres
que lo dan todo por sus hijos. Los llama para indicarles “aquí hay comida” y los pollitos vuelan donde ella está,
remueve la tierra, los guía hacia el
sitio del frente, cuyos dueños viven en otra ciudad, y se queda vigilante todo
el tiempo pues hay gavilanes y halcones, la he visto enfrentarse a un gavilán
para protegerlos. A su señal de peligro, los polluelos corren a esconderse, y
cuando escuchan su clo- clo-clo, les
dice que “está todo bien, estoy aquí, no se alejen demasiado”. Los pollitos han
crecido y aun comen de mí mano. Se han adueñado del sitio aquel, cuando buscan el abrigo de la sisi, esta
apenas alcanza para dos o tres, y casi la levantan del suelo para quedar bajo
sus alas. Dentro de poco los dejará
pues ya está viviendo la tiranía de sus
hijos, ahora ya no va delante de ellos, intenta seguirlos a toda costa para
darles sus cuidados y las últimas lecciones… pero éstos habrán aprendido a cuidarse por si solos.
Capeando el sol en el sitio del vecino |
Yo también dentro de poco dejaré
esta mediagua, para mudarme a la nueva construcción, aunque aún inacabada. Se
ve que va a quedar hecha un primor. Los dueños con certeza habrán hecho un
buen negocio, cuadruplicarán su inversión. Pero yo gané mucho más: si alguna
vez deshonré mis dichos, para escuchar al corazón; esta vez habré honrado mi palabra. Ya podré
continuar mi marcha al encuentro con mi destino, aunque pensándolo bien y
parafraseando a aquel cantor español: no hay destino, el destino se construye al caminar. (3)
(1) Apretar cachete: Expresión popular usada en Chile y que significa huir, o salir corriendo. Viene de la idea de que quién quiere comenzar a correr debe endurecer los glúteos para conseguir darle buen impulso y velocidad a sus piernas.
(2) Caixa de agua: Del portugues, significa literalmente caja de agua y es un receptáculo usado en Brasil como reservatorio de agua en las casas.
(3) “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”: Joan Manuel Serrat.
(3) “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”: Joan Manuel Serrat.
[*] Vean el siguiente enlace donde un morador de Viamão en Río Grande do Sul, adoptó una camada de cachoros de gambá cuya madre habia muerto:
https://mariliaescobar.wordpress.com/2011/10/23/morador-encontra-ninhada-de-filhotes-de-gambas-no-rs/
https://mariliaescobar.wordpress.com/2011/10/23/morador-encontra-ninhada-de-filhotes-de-gambas-no-rs/